domingo, 5 de septiembre de 2010

A

De vez en cuando mira por la ventana para ver pasar el día.

Y a veces la memoria la tortura y las pesadillas vuelven a rasgar las heridas a medio curar hasta que brota la sangre amarga.

Comienzos duros tiempos muy difícil, amor furtivo, amor joven, amor fusilado por los verdugos de Franco. Y un sin fin de calamidades que han hecho de ella una mujer dura, desconfiada, indomable. 

No debe ser fácil convivir con un hombre que se dedica a hacer el "paseillo" al pardo sin que la cuente nada. No tiene que ser fácil ver como tu amado va a la guerra y no saber nada de él 4 años y las pocas veces que le ve es para estar unas pocas horas, siempre con miedo.

No debe de ser fácil ver a tu amado hecho un quejumbre de huesos y golpes y tortura en una camilla con las piernas quemadas y destrozadas. Y tener que despedirse porque en 48 horas lo rematarían en la pared del Cementerio de la Almudena (Madrid). No tiene que ser fácil ser forzada consecutivamente por los grises días después para que confesara las amistades de su marido, porque fuera jefe de una oficina de CNT en Madrid.

No tiene que ser fácil ver a tus hijos pasar hambre, mucha hambre, sin poder darles nada que se puedan llevar a la boca. No tiene que ser fácil tener que te quiten tus hijos y no los vuelvas ver hasta la mayoría de edad y a partir de entonces ser unos perfectos desconocidos.

No tiene que ser fácil recordar como se conseguía dinero o comida en los bares o cines de el Madrid de la posguerra, no tiene que ser agradable recordar como se dejó llevar la primera vez que vendió su dignidad como mujer...

"Mejor olvidar que no recordar".

Supongo, que en algunos casos, sería fácil justificar tantas cosas... perdonar tantas cosas... olvidar tantas cosas. 

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Llorando los fusilados
Uno de sus hijos una vez me dijo que "el mejor recuerdo de su infancia y adolescencia es como, cinematograficamente hablando, "el fundido en negro".

El dolor de la memoria traumatizada hace que la solución al dolor sea el no-recuerdo, porque todo lo conduce a cruel tristeza , amarga tristeza. Y mejor no recordar, ¿para que?

De vez en cuando pienso en A.

Y pienso, a veces con rabia, que todo podría haber sido de otra manera, ella tenía la llave para no haber vivido con tanto y tanto dolor que la llevó a tantos errores en la vida. No la guardo rencor, el dolor y la rabia nunca depende de uno mismo.

Y el bando de los vencidos siempre es amargo y derrotado... y errado y hundido. Y la vida, su vida, se fue aquel 30 de abril de 1940 en la tapia este del Cementerio de la Almudena.

 De vez en cuando mira por la ventana para ver pasar el día. Nadie la enseñó a resistir tanto, tiene 93 años.

Y todavía le espera.





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