sábado, 4 de septiembre de 2010

"Fast Diner Food"

Cada minuto que pasa ansía las ganas de obserbar su hermoso y cuidado flequillo... Queda solo 5 minutos para que su anelado encuentro diario sea una realidad.

No sabe su nombre, ni siquiera si tiene el corazón comprometido por algún otro que la ayude a pasar la vida de alguna manera feliz,  ni a que sabe las gotas de sudor que bañan su perfecto cuello y llegan a su perfecto pecho. Ni de que color ni textura es la aureola que centra  su perfecto pecho que él a veces, de reojo mira furtivamente temiendo encontrar la mirada sorprendida que pudiera suponer al verse descubierto. Y con mínima impaciencia mira el reloj, vigilante,  como un vigía que trata de buscar algo en la lejanía que llame la atención y pueda avisar del enemigo.

Queda 1 minuto para el encuentro, su ansiado encuentro, su melancólico encuentro, su frustrado encuentro, pero como desde hace 2 años, 5 meses y 18 días... permanecerá reservado, callado y sonriente como un niño que desea con vehemencia el regalo de su madre y no se atreve a pedirlo. Así estará, renegando de si mismo la impotencia de ver a su amada y no poder decirle nada mas que: "Bienvenida a Fast Diner Food, ¿que desea? ... ¡Gracias por venir y buen almuerzo!"

¡Si al menos observara el esfuerzo y la valentía que hace para poder dirigirse a ella!, pero de nada valen los lamentos, ni las quejas mentales en el autobús de vuelta a su casa, ni los viajes mentales que hace cada noche cuando con su mano piensa en ella, siendo felices, unidos, emocionados mirándose el uno al otro... amándose en la oscuridad.

Son las 14:07 y se abre la puerta, ante la maraña de personajillos que salen de sus puestos de trabajo en medio de esta nada, aparece ella.

Radiante, con un halo de seguridad que le abruma, y espera pacientemente su turno hasta que por fin se sitúa delante del mostrador, coje el tríptico de las ofertas y menús diarios y dice con su voz cálida y timbrada: "Hola, ¿me pones un sandwich de rucula y pavo... una ensalada sin pepino y una Zero? Gracias..."

Luego el ritual de cada día, ella espera distante, mira al techo, le mira sonriente y paciente, y sin que se él se de cuenta observa lo bien que le sientan los tejanos por detrás... , y en su interior se pregunta cómo sabrá un beso apasionado con él, como sería sentirse abrazada por ese chico tímido, alto y pecoso que de vez encuando se sonroja cuando ella se deja a propósito el tercer botón de la blusa abierto (para que él la mire furtivamente). Como serán sus piernas desnudas y cómo seria despertarse junto a él todas las mañanas de su triste y solitaria vida. En el fondo de su deseo envidia a la mujer que tenga la suerte de estar con él.

Y se va con su bandeja después de haberse dedicado unas cuantas sonrisas furtivas, y un "gracias" mutuo a la hora de pagar. Busca su sitio que normalmente debe ser enfrente de él pero de espaldas a él, mirando a la calle tras un enorme escaparate... y mientras mira la calle desea sentirse observada por él, deseada por él. 

Desea que en breve se acerque, como cada día, a retirarle la bandeja con esa sonrisa tímida y limpia que la hacer sentirse divina y la da el motor y las ganas de seguir con su jornada aunque sepa que la falta algo. Y poder oler la colonia que usa que se mezcla con su olor corporal y la hace estremecerse internamente y hace que su mente vuele. El sentirse amada por alguien como "el chico del Fast Diner Food"... 

Pero nunca se atreverá a decírselo, porque no quiere tener mas dolor de corazón (ya ha sufrido bastante con los hombres), prefiere fantasear toda la tarde en la oficina pensando en el. Y sin mirar a la barra del local, deseando ingeniosamente sentirse observada coje su bolso y se va. 

Y el deseo mutuo y el amor infantil y verdadero de ambos se disuelve en un halo de tristeza e impotencia que los hace sentirse desdichados y felices a la vez pues tendrán un motivo para volver cada uno a su puesto de trabajo y esperar con anelo el siguiente encuentro, el ansiado encuentro en el Fast Diner Food.

Fin.


 

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