martes, 29 de marzo de 2011

Despierta

Algunas noches, sobre las 3 de la mañana, me despierto sobresaltada, miro la cara de la persona que duerme a mi lado, la de Pablo, mi marido, ¡Y no la reconozco! Un escalofrío estremece mi cuerpo, cierro los ojos y vuelvo a dormirme.

Todo me resulta extraño, recuerdo cosas que no son reales y olvido lo que es real. Ayer creí ver un gato con alas, sí ¡Un gato volador! Y la semana pasada mis ojos se volvieron azules, ¡Juro que yo los tenía marrones! Pablo, comprensivo intentaba calmarme explicándome que siempre fueron azules. Me estoy volviendo loca, no reconozco ni la cara que acompaña mis movimientos en el espejo.

Siento el ruido de la resonancia magnética clavándose en mi cerebro, sonidos repetitivos y penetrantes que buscan en mi cerebro la raíz de esta locura. Me siento atrapada como en un ataúd.


Me levanto, desayuno, cojo el metro, última parada, salgo a la calle donde trabajo, camino unos metros,  pero ¿dónde está el edificio? Mis ojos buscan compulsivamente el cartel de la calle, CALLE de los Sauces, busco el número con el corazón acelerado, número 5, grito en medio de la calle ¡Pero dónde está el edificio!

 - “Disculpe señor, ¿Recuerda que ayer aquí había un edificio azul?”

-  “No señorita, aquí siempre ha habido un colegio de fachada blanca.”

Se resbala por mi brazo el bolso hasta el suelo, suelto el periódico de la mano, dejándolo caer como si nada importara, el teléfono suena y suena en mi bolsillo, me pongo a correr frenéticamente, choco contra la gente, cruzo la calle, mi corazón salta en mi pecho, una farola me dice que me quiere pero que se tiene que ir a trabajar… ¡UN COCHE!..... Caigo al suelo, no puedo respirar, solo llevo un zapato, me levanto de repente y sigo corriendo con las rodillas ensangrentadas… No veo, no oigo ¡NOOOOOOOOOOOOOOOO!


… Estoy sentada en un banco, no sé qué hora es, veo cómo se acerca Pablo, ¿Le he llamado?, no lo recuerdo, tengo el móvil en la mano.


- “¿Quién eres?”

- “Soy Pablo, cariño. Vámonos a casa.”

- “¿De qué color tienes los ojos Pablo?”

- “Azules, como tú.”

- “¡No, mi marido los tiene marrones!...”


Mi grito desgarrador se oye en todo el parque, la gente me mira mientras Pablo me lleva al coche en brazos…

 Me venda las heridas, me acuesto, me duermo… y sueño de nuevo, con una cara conocida, amable, de ojos marrones, es él, me dice “Despierta cariño, te estoy esperando”, “Despierta cariño, te estoy esperando”, resuena en mi cabeza una y otra vez ¡¡¡¡DESPIERTA CARIÑO!!!!, no puedo hablarle, lo intento pero mi boca no se abre, mis labios no responden, no puedo soportarlo más... Y despierto, empapada en sudor, ¡Acostada al lado de alguien a quien no conozco! Respiro, cierro los ojos y vuelvo a dormirme.


Los médicos no encuentran nada en mi cabeza, pero yo no soy yo. Esos sueños me obsesionan. Cada noche... “Despierta cariño, te estoy esperando”… y vuelvo a dormirme hasta la mañana siguiente.


Un pájaro ha entrado en casa y me ha dicho:

- “Soy mamá, ya estoy aquí, hoy voy a leerte La Perla, tu libro favorito.”


… y me ha recitado de memoria todo el libro, con todos su acentos, comas y penurias. 


De madrugada… “Despierta cariño, te estoy esperando”… !Esta vez no quiero perderle!, quiero quedarme con él, aquí encuentro sentido, el poco que me queda dentro de este mar de incertidumbres, de confusiones, de locuras. Aprieto los ojos con mucha fuerza y peleo con mis labios para que se muevan, quiero decirle cuánto le echo de menos, cuánto deseo que se quede y que cuando despierte esté durmiendo a mi lado, ¡Por favooooooor!… me despierto mientras mi boca grita ¡No te vayas!...


… pero no estoy en ni habitación, ni en mi cama, una luz ciega mis ojos, solo puedo sentir que una mano aprieta la mía, no veo nada, escucho sonidos de hospital, alguien me susurra…


- “¡Amor mío, sabía que despertarías, cada noche te lo pedía!”

-  "Tus ojos, ¿De qué color son?”

-   “Marrones, como los tuyos… ¿no te acuerdas?”



En la mesilla hay un libro, en el lomo puedo leer “John Steinbeck, LA PERLA”. 


- “El libro…”

- “Lo dejó ayer aquí tu madre.


Pegado a un lateral del cajón un papel olvidado, escrito a mano, de días atrás, donde se puede leer “RESONANCIA A LAS 9:05 PL5 SALA3”, ¡También era real!... ¿Qué más era real?...

Un suspiro de alivio inunda la estancia… he vuelto.




By Sarai Corredor

No hay comentarios:

Publicar un comentario